
Me dices que sí y corres. Y yo voy tras de ti. Al principio voy lento, quiero verte correr, resistirte a mí. Miro cómo se tensan los músculos de tus piernas y ya no puedo aguantar. Te necesito ya. Corro con todas mis fuerzas y cuando te alcanzo te tomo entre mis brazos y te arranco la blusa, luego la falda, te muerdo, te huelo, te lamo, te desgarro la piel con mis manos, bebo de ti. Y al rato ya te tengo, casi sin darme cuenta, tus gemidos así me lo indican. Siento tu calor invadir todo mi cuerpo, y me excito más al escuchar tus gritos, que han tomado el control de mis oídos y son lo único que escucho, y quiero más. Trato de tocar todo, toda tu piel, cada espacio, a cada segundo. Quiero recordarte cuando no te tenga, y recordar lo bien que me siento sintiéndote, para mañana regresar por lo mismo. Ya no puedo seguir, a pesar de todo seguimos siendo humanos, aunque en este momento no lo parezcamos. Esto tiene que acabar, preciosa. Ven, vamos, una vez más. Sé que moriremos y volveremos a nacer. Lo sé. Se acabó.
Entonces caemos rendidos en tu cama. Te miro, me miras, y ahí están otra vez, como ayer, como mañana, como siempre. Tus ojos, tu mirada azul, que me transporta a otra galaxia, a otro mundo. A tu mundo, en el que me siento tan feliz y en el que siempre quiero vivir. ¿Existe el amor después del amor? Sí, claro que sí, no lo dudes, y está detrás de tus ojos. Detrás de ese azul profundo está lo que realmente deseo de ti; tu paz, tu tranquilidad, tu calor. Te abrazo y por primera vez en la noche te beso. Estás loco, me dices, y yo exploto de risa, y tú me sigues. Siento que te amo cada vez más, y entonces me asalta el temor. El temor de algún día no tenerte, de que te vayas, de no volver a jugar contigo, de no verte más, de no despertar con el olor de tu cabello todas las mañanas.
- Nunca me vas a dejar, ¿no? -te pregunto, casi te suplico, mientras te acaricio la cabeza-. Siempre estarás conmigo, ¿verdad?
Tú me besas, por primera vez en la noche, y me prometes que sí, que siempre vas a estar conmigo. Te recuestas en mi pecho y al rato te quedas dormida. Luego yo te sigo, como todas las noches.
No hay comentarios:
Publicar un comentario