jueves, 18 de septiembre de 2008

Del insomnio y un par de demonios más

Creo que si me complico tanto la vida es por el insomnio. Mis peores enemigos me los he ganado por no poder dormir: Dios y los pajaritos madrugadores, que cuando cantan casi a las tres y media de la mañana me agobian la existencia, porque sé que ya debo dormir y que, como casi todas las noches, no podré hacerlo. Dios no es precisamente mi enemigo, a pesar que las discusiones que sonstengo casi con todos sobre su existencia eso debería notar. Mi duda teológica empezó con un razonamiento muy básico, cuando tenía siete años y en medio de otra noche víctima del insominio: ¿El hombre o los dinosaurios, quién pobló la tierra primero? En la biblia, libro al que entonces había creerle hasta el último de los puntos, nadie hablaba de dinosaurios, los primeros pobladores de la tierra siempre habían sido Adán y Eva. Pero, por otro lado, estaba demostrado que los dinosaurios sí habían existido, habían pruebas tangibles de eso. Gran dilema, irresoluble a tan corta edad. Pero había que creer en algo, y me la jugué por los reptiles. Añadiré que creo que en ese momento fue que también empecé a confiar más en los animales que en el hombre, pero ese ya es otro tema. Así, poco a poco fui perdiendo la convicción y el miedo a no rezar de noche y no ir a misa los domingos. Con los años el razonamiento se hizo más complejo, hasta casi tener una teoría de la no existencia de Dios y el porqué de la necesidad de creer.

Sí, confieso que me encantaría creer, confiar en algo que no puedo ver ni sentir. Pero creo que ese es el problema, que yo no lo siento, no tengo esa capacidad que con el tiempo he llegado a admirar. He llegado a pensar, en el transcurso de otra noche sin poder dormir, que con un poco de fe, en realidad con mucha más que la que tengo, podría llegar a ser un buen pastor religioso. No estoy muy seguro por qué, tal vez sea sólo un desvarío, pero creo que el creyente más ferviente tiene mayor similitud con aquel que no cree que con el creyente promedio. Sí, lo más probable es que sea un desvarío.

Algunas veces he intentado no dormir, y así no complicarme la noche tratando de hacerlo. Pero nunca he podido mantenerme despierto hasta más de las seis de la mañana, hora en la que creo se apagan mis funciones cerebrales. Desde que me enteré que el amigo de un amigo se pasaba las noches caminando hasta el amanecer, la idea de hacer lo mismo, literalmente, me quita el sueño. No sé dónde, pero algún día me pasaré la noche entera caminando. Caminando y hablando solo, que es uno de mis pasatiempos y motivo principal por el que camino tanto, con el volumen de voz suficiente como para poder escucharme, y sin los audífonos del Ipod en las orejas, porque con música no puedo escucharme. Y de nada vale hablar solo si no te puedes oir. Si por algo creo que estoy un poco loco, como el amigo de mi amigo que camina de madrugada e inventa cosas, definitivamente es por eso.

Ahora que pienso bien, debería sumar a mi abuela como un enemigo, o al menos eso será si algún día lee esta entrada en la que nombro a Dios como mi enemigo. En todo caso, si es así, tendré a alguien que rece por mí el doble que antes. Vale la pena entonces.

1 comentario:

Alexa dijo...

Jajaja. Le llegará tu entrada en un sobre manila misterioso deslizado por la puerta a la 1.30 de la tarde.